La cumbre del G-8 ha vuelto a revelarse inútil para lograr acuerdos dirigidos a frenar el cambio climático. Lo único en lo que coincidieron las principales economías del mundo fue en la necesidad de evitar que la temperatura media de la Tierra aumente más de dos grados. Esto supone un mínimo avance ya que significa solamente un reconocimiento de la opinión científica que sitúa en ese límite el nivel de alarma.