Europa sigue poniendo adoquines en el camino de la Responsabilidad Social de sesgo comunitario, poniendo el acento en lo relativo a criterios ambientales, sociales y de buen gobierno con el objetivo de condensar un cierto nivel de información de todas las empresas y administraciones públicas en los distintos Estados miembros.

Asimismo, las instituciones comunitarias hacen ver la urgencia de que Europa respalde los mecanismos ya existentes en materia de RSC, así como la necesaria conexión entre RSC y competitividad empresarial, indispensable para desligar el concepto de su concepción tradicional de herramienta incapaz de generar beneficios. Ciertamente, puede decirse que la crisis económica y de confianza ha dado la vuelta a los cimientos del escenario económico actual, elevando la Responsabilidad Social al limbo de las “niñas bonitas” corporativas e institucionales. En un panorama donde la unificación y armonización de criterios son las constantes la Comisión Europea ha anunciado el desarrollo de nuevos indicadores para evaluar los avances de los Estados miembros en pro de una “economía más verde”.